Por Equal Media
La cantautora argentina Juana Molina rompe su silencio discográfico con Doga, su octavo álbum de estudio y primero desde Halo (2017). El primer adelanto, “Siestas Ahí”, ya está en circulación, marcando el retorno creativamente maduro de una de las voces más únicas del indie latino.
La semilla de Doga germinó en 2019 a partir de sesiones improvisacionales con el tecladista Odín Schwartz. Juntos exploraron sintetizadores analógicos y secuenciadores, capturando ideas espontáneas en largas grabaciones. Molina relata que grabaron tanto en ensayos como en shows, apostando por lo que no podía replicarse fácilmente.
Con el paso del tiempo, esas cintas se fueron retomando y reconfigurando. Entre 2022 y 2024, Molina trabajó junto al productor Emilio Haro para dar forma final al álbum, seleccionando y moldeando esas ideas en diez canciones que componen Doga.
Lo que contiene Doga
El álbum estará disponible desde el 5 de noviembre de 2025, bajo su propio sello Sonamos.
Hasta ahora, se conocen los siguientes detalles de su contenido:
- Número de canciones: 10
- Algunos títulos confirmados: Uno Es Árbol, La Paradoja, Desinhumano, Caravanas, Siestas Ahí, Indignan a un Zorzal, Va Rara, Miro Todo, Intringulado, Rina Soi.
- Siestas Ahí funge como primer sencillo. Fue compuesta, grabada y producida por Molina con Haro; en su ficha de Bandcamp se acreditan también participaciones adicionales en batería digital, programación y mastering.
Musicalmente, este álbum se perfila como una evolución: ella misma lo define como acercamientos a lo improvisado, lo íntimo, lo analógico. Su propuesta tradicional de texturas electrónicas, loops y folk se fusiona con su madurez artística, buscando capturar paisajes interiores con una mirada renovada.
Para Molina, Doga significa un regreso consciente. Tras ocho años sin álbum nuevo, no solo rompe una pausa creativa sino que reafirma su distintivo mundo sonoro. Su anterior trabajo, Halo (2017), fue celebrado por su ambientación prolija, su exploración entre lo acústico y lo electrónico, y por profundizar su universo de palabras poéticas y simbolismos del inconsciente.
Con Doga, Molina parece cruzar un umbral: no solo reinterpretar su estilo, sino expandirlo. Lo que comenzó como improvisación doméstica devino en un álbum cuidadosamente tejido. Es el paso de la exploración suelta al manifiesto sonoro.
Además, su regreso agrega valor simbólico al indie latino: una figura consolidada reaparece sin concesiones, reafirmando que el silencio artístico a veces contiene el proceso más fértil. Su apuesta por un sello propio (Sonamos) también habla de autonomía creativa en tiempos donde muchas artistas dependen de plataformas o grandes sellos.