Por Equal Media
En una jugada que redefine el sentido de lo global para la música latina, Bad Bunny ha sido anunciado como el artista principal del show de medio tiempo del Super Bowl LX, que se realizará el 8 de febrero de 2026 en el Levi’s Stadium, Santa Clara, California.
Este anuncio —hecho en conjunto por la NFL, Apple Music y Roc Nation durante un partido de “Sunday Night Football”— trasciende el simple espectáculo: es un fenómeno simbólico y estratégico que invita a una lectura profunda sobre poder cultural, identidad latinoamericana y geopoesía musical.
Un escenario que excede lo deportivo
El Super Bowl no es solo un evento deportivo: es una institución mediática global. Su show de medio tiempo representa un momento de altísima visibilidad, con audiencias masivas y ecos patrióticos. En ese marco, el nombre de Bad Bunny como headliner no es casual; es el reconocimiento de que la música en español ya no es un nicho, sino una fuerza cultural con capacidad de comandar el centro del escenario.
Las apuestas son altas. Él debe entregar un espectáculo que repiense la narrativa del mainstream: fusionar lo urbano, lo teatral, lo político y lo íntimo en 14 minutos intensos. Nada menos que eso.
Trayectoria, legado y condiciones
Bad Bunny no llega aquí por moda o azar, sino como resultado de una trayectoria sostenida:
- Su residencia en Puerto Rico No Me Quiero Ir de Aquí ha sido uno de los eventos musicales más ambiciosos de 2025, con impacto económico, social y simbólico.
- Lanzó Debí Tirar Más Fotos en 2025, un álbum que muchos ya consideran uno de sus trabajos más personales y arriesgados.
- Según sus propias palabras, este momento no le pertenece solo a él: lo dedica a su cultura, su gente, su historia. “Ve y dile a tu abuela que seremos el HALFTIME SHOW DEL SUPER BOWL.” Reuters+1
- Fue él mismo quien reveló que recibió la llamada de Jay‑Z mientras hacía ejercicio (y que ese impulso lo llevó a hacer 100 pull-ups).
Estas piezas construyen una narrativa de ascenso con carga simbólica: no solo se trata de llenar estadios, sino de tomar posiciones simbólicas en escenarios donde antes era imposible para un artista latino.


Dilemas, tensiones y contradicciones
Este anuncio no está libre de interrogantes:
- Su decisión de no incluir EE. UU. en su gira: Bad Bunny había declarado públicamente que evitaba conciertos en EE. UU. por temor a redadas de ICE en sus conciertos. Ahora cae en un recinto estadounidense de magnitud máxima. Esa decisión abre debates sobre coherencia, estrategia y política.
- Reacciones políticas: Algunos sectores conservadores en EE. UU. ya han cuestionado su idoneidad, apuntando a su activismo, su uso del español y su postura crítica frente a ICE.
- Expectativas artísticas extremas: exigen que entregue no solo un gran espectáculo, sino un performance que sea racista (no en sentido literal) ante el blanco hegemónico del espectáculo masivo. La presión simbólica será inmensa.
Potencial creativo: qué podría hacer Bad Bunny para responder al momento
Aquí algunas apuestas que podrían marcar la diferencia:
- Incluir momentos visuales que convoquen su herencia puertorriqueña, afrocaribeña o indígena, como un acto de visibilización simbólica.
- Invitar colaboraciones latinas de alto impacto, pero no como acto comercial, sino como diálogo estético.
- Jugar con contrastes: pasajes íntimos con piano + pasajes explosivos de perreo.
- Uso de escenografía experiencial, pantallas envolventes, efectos inmersivos y narrativa narrativa audiovisual que refuerce la música como forma de resistencia.
- Aprovechar el momento para hacer un statement que trascienda el show: posicionamientos simbólicos, mensaje social, contracultura.
Impacto a futuro
Si entrega un show que cumpla —o mejor aún: exceda— expectativas, convirtiéndose en un momento viral para generaciones latinas, esto podría:
- Allanar el terreno para que otros artistas latinos aspiren a residencias o headliners en eventos globales.
- Redefinir lo que “mainstream global” significa: no como traducción al inglés, sino como afirmación en la propia voz.
- Consolidar una narrativa en la que lo latino deja de ser “lo exótico” para indexarse como norma central.
Bad Bunny en el Super Bowl 2026 no es solo un nombre más; es una grieta simbólica implícita: lo latino toma el escenario que durante décadas pareció vedado. Esa grieta tiene peso, memoria, expectativas y riesgo. Lo que él decida hacer en esos minutos puede marcar la diferencia entre una puesta icónica y un episodio olvidable. Pero, al menos, ya el anuncio es una victoria.