Por: Ulises Sanher
La música es entretenimiento, identidad cultural y expresión artística. Pero en el siglo XXI, los grandes conciertos y giras mundiales son también catalizadores económicos con un impacto que trasciende los escenarios. Desde la derrama económica que deja Bad Bunny en Puerto Rico, hasta el renacimiento del turismo cultural con Oasis en Reino Unido y el fenómeno Shakira en América y Europa, la música en vivo se consolida como un motor clave para las economías locales y nacionales.
Bad Bunny y el caso Puerto Rico: música como política pública no oficial
El regreso de Bad Bunny a Puerto Rico no solo es un evento cultural; es un fenómeno económico. Cada vez que el artista llena el Estadio Hiram Bithorn o el Coliseo de Puerto Rico, la isla se convierte en epicentro mundial del turismo musical. Hoteles al 100% de ocupación, vuelos internacionales agotados y restaurantes con listas de espera refuerzan una derrama económica que supera los 120 millones de dólares en un solo fin de semana.
Bad Bunny demuestra que la música puede reactivar la economía local, dar empleo temporal a miles de personas y proyectar a Puerto Rico en la narrativa global de la música latina.


Oasis y el turismo cultural en Reino Unido
La reunión de Oasis desató un boom inmediato. Las ciudades británicas incluidas en la gira agotaron boletos en minutos y se proyecta una derrama de más de 500 millones de libras esterlinas. Manchester, cuna de la banda, espera un renacimiento cultural similar al de los 90, con turismo musical que beneficia hoteles, transporte, bares, tiendas de discos y festivales.
El rock británico reafirma así su valor como exportación cultural y recurso económico estratégico.


Shakira: la diplomacia cultural en formato pop
La gira mundial de Shakira confirma al pop como motor económico y cultural. Sus presentaciones en Miami, Ciudad de México, Madrid y París generan millones en cada ciudad: empleos temporales, contratos con proveedores locales, turismo y exposición mediática.
Además, Shakira proyecta la marca Colombia en el escenario global, funcionando como embajadora cultural y reforzando la identidad latina en el mainstream.


La música como infraestructura visible
Bad Bunny, Oasis y Shakira tienen en común la capacidad de la música para convertirse en infraestructura visible de las economías urbanas. Los conciertos masivos no solo entretienen, también impulsan el turismo, fortalecen la economía creativa y refuerzan narrativas culturales.
Cada boleto vendido es más que una entrada: es una inversión en la vitalidad de ciudades y países. La música no solo suena, también construye.