Por: Ulises Sanher
Las nominaciones revelan un año donde lo masivo, lo alternativo y lo tradicional conviven sin jerarquías. Desde la sátira de Papota hasta la raíz de Lafourcade y el giro latino de Bad Bunny, los premios muestran que la autenticidad sigue siendo la brújula de la industria.
Las nominaciones de los Latin Grammy 2025 confirman algo que parecía en riesgo en tiempos de métricas y algoritmos: la autenticidad todavía importa. Este año, la Academia de la Grabación ofrece una fotografía diversa de lo que significa “música latina”, donde la propuesta, la raíz y la experimentación tienen tanto peso como los éxitos globales.
El caso más simbólico es Papota, el disco de CA7RIEL & Paco Amoroso. Con humor corrosivo y beats deconstructivos, el proyecto no solo expande el rap y la electrónica, sino que se atreve a ironizar sobre los mismos premios que ahora lo celebran con múltiples nominaciones. Que un álbum de esta naturaleza esté en las categorías mayores marca un precedente: la industria reconoce a quienes ponen en jaque sus propias estructuras.
En contraste, el nuevo trabajo de Bad Bunny reafirma al reguetón como género central de la década, pero con un giro hacia la raíz: plena, salsa y guiños caribeños se filtran en un disco que no renuncia a lo urbano, pero dialoga con la memoria musical de Puerto Rico. Es el movimiento de un artista que, desde la cima global, decide mirar hacia atrás para proyectar futuro.
La tercera pieza de este equilibrio es Natalia Lafourcade con La Cancionera. Una obra que se sostiene en boleros, valses y canción de raíz mexicana, y que coloca nuevamente a la tradición en el centro del escenario. Su presencia en las categorías mayores es una reivindicación: la música de cámara íntima, tejida desde lo artesanal, sigue siendo relevante en la conversación internacional.
El panorama se enriquece al compararlo con ediciones anteriores:
- 2020-2021: el dominio era casi absoluto del pop urbano. El reguetón y el trap se consolidaban como bandera global y apenas había espacio para lo alternativo en categorías principales.
- 2022-2023: emergen señales de apertura. Jorge Drexler gana Canción del Año en 2022 con Tocarte, y Rosalía se lleva Álbum del Año con Motomami en 2023, marcando la validación de la experimentación y la fusión.
- 2024: se consolidó el auge del regional mexicano con Peso Pluma y Carín León en el centro de la atención mediática, aunque sin coronar las categorías principales.
- 2025: la balanza parece más equilibrada: urbano en la cima pero mirando a la raíz (Bad Bunny), lo alternativo irrumpiendo con fuerza (CA7RIEL & Paco Amoroso, Judeline, Liniker) y la tradición cantautora ocupando lugar central (Natalia Lafourcade, Vicente García).
Es un año que no se define por la confrontación de géneros, sino por la convivencia de estéticas: cada nominación responde a una idea de autenticidad, ya sea desde la sátira, la masividad o la memoria.


El lugar del regional mexicano
Aunque no domina las categorías principales, el regional mexicano sigue siendo el fenómeno comercial más grande del presente. Carín León, Ivan Cornejo y DannyLux tienen nominaciones importantes en sus rubros, confirmando el salto del género a la esfera global. Sin embargo, los Grammy parecen trazar una narrativa distinta: el éxito comercial ya está validado en los charts, lo que se premia en este espacio es la capacidad de propuesta.
Lejos de ser una omisión, la lectura es otra: el regional seguirá creciendo y eventualmente llegará al podio de los grandes premios. Su presencia aquí recuerda que la industria se mueve en distintos tiempos: el de la popularidad inmediata y el de la validación institucional.
Un mensaje a la industria
El Latin Grammy 2025 no está reconociendo solo cifras ni tendencias: está premiando la capacidad de los artistas de ser auténticos en sus lenguajes. CA7RIEL se burla, pero conecta. Bad Bunny se expande hacia la raíz. Lafourcade sostiene el valor de lo íntimo. Vicente García, Liniker y Judeline representan esa nueva ola de artistas que juegan con límites de género sin pedir permiso.
En un año donde el mercado parece fragmentado, el Grammy propone otra lectura: la música latina no es un bloque homogéneo, sino un mosaico donde cada voz auténtica tiene un espacio. Y ese puede ser el mensaje más potente que estos premios envían en 2025.