Por Ulises Sanher
En un mundo donde los mercados de sincronización suelen traducirse en métricas, fórmulas, números y pitches de catálogo, Colombian Sync Market propone una ruta alternativa. Una en la que el alma precede al acuerdo. En esta edición 2025, fuimos parte de algo más grande que un evento de networking. Lo vivido en Medellín fue una ceremonia sensorial en torno al poder emocional, cultural y estratégico de la música. Y no cualquier música: la colombiana, que hoy más que nunca, se erige como un faro para la industria musical global.
Desde nuestra llegada al Hotel Jardín de los Silleteros, en Santa Elena, el entorno dejó claro que este encuentro no se trataba sólo de presentaciones. Estábamos en las montañas. El frío, los amaneceres cubiertos de neblina, los caminos rodeados de flores nativas, los tintos calientes que siempre aparecen en el momento exacto. Todo hablaba. Todo era música en su forma más pura.


La dirección curatorial de Alejandro Santa no solo configuró una agenda, sino una experiencia. El diseño del encuentro fue tan preciso como poético: no había un minuto desperdiciado, pero tampoco nada se sentía apresurado. Cada paso fue una invitación a bajar la guardia, abrir los sentidos y permitir que la música —y no la industria— nos atravesara.
La visita a Guatapé, por ejemplo, no fue una excursión turística. Fue un poema en movimiento. En el bote, un DJ nos envolvía con música colombiana mientras el paisaje nos dejaba sin aliento. El agua, la historia del pueblo sumergido, la piedra del Peñol como testigo geológico de resistencia, nos colocaban en una narrativa donde la música acompañaba y amplificaba lo que veíamos, lo que sentíamos.


En Comuna 13, el cierre tomó otra dimensión. La música allí no es sólo performance. Es construcción de memoria. Subimos escaleras mientras las paredes hablaban en grafiti. Sonaron rimas, beats, tambores bajo el abrazo de la lluvia que le dio ritmo a los showcases que presenciamos. Y entendimos que ese lugar, antes estigmatizado, hoy es un símbolo de lo que Colombia hace con su música: la convierte en herramienta de transformación. Lo vimos también al entrar a Discos Fuentes, casa de tantas leyendas, o al recorrer Latina Stereo, donde la salsa sigue siendo un acto de fe diario.


Y es que Colombia no es solo un país con talento musical: es una nación con estructura para sostenerlo. Lo que se percibe aquí no es casualidad. Hay visión, políticas públicas, profesionalización, y sobre todo: hay un profundo respeto por la música como motor cultural y económico. Esta estructura ha permitido que, en la última década, Colombia se convierta en uno de los centros neurálgicos más relevantes de la música latina a nivel mundial.
Desde J Balvin hasta Lido Pimienta, pasando por Bomba Estéreo, Karol G, Edmar Castañeda o Los Gaiteros de San Jacinto, el país ha demostrado que puede habitar todos los géneros, exportar identidad sin perder raíz, y formar parte esencial de la conversación global. Colombian Sync Market lo confirma: Colombia ya no es promesa, es referencia.


La lista de invitados lo demuestra. Supervisores y supervisoras musicales de Japón, Canadá, Países Bajos, Reino Unido, México, Estados Unidos y Colombia, todos reunidos por el mismo propósito: escuchar, conectar, proponer. Porque cuando una canción logra acompañar la imagen correcta, el resultado trasciende. Pero para que eso ocurra, antes debe haber encuentros como este: honestos, curados desde el corazón, y fieles al poder transformador de la música.
En un mundo cada vez más automatizado, donde el algoritmo dicta el ritmo, Colombian Sync Market nos devuelve a lo esencial: el arte de vivir la música, de compartirla, de entender que una sincronización no empieza en un contrato, sino en una conversación, un recuerdo, una sensación en la piel.
Por eso este encuentro no se olvida. Porque nos recuerda que la música lo habita todo: los paisajes, los silencios, los trayectos en bus, los platos típicos, las lluvias breves, los acentos, las sonrisas espontáneas. Todo lo que vivimos, en realidad, ya estaba sincronizado desde antes.
Y esa es la verdadera magia de lo que construye Alejandro Santa y su equipo: la capacidad de convocarnos desde el sonido, para luego convertirnos en comunidad.
para más información visita: https://colombiansyncmarket.com/