Cuando se menciona el nombre de Jonny Greenwood, no solo pensamos en el guitarrista innovador de Radiohead, sino también en un creador que ha sabido reinventarse como uno de los compositores más relevantes del cine contemporáneo. Con el lanzamiento del soundtrack de One Battle After Another, vuelve a consolidarse esa doble identidad —la del músico vanguardista y la del narrador sonoro que traduce lo dramático en melodía.
Reencuentro con Paul Thomas Anderson: una alianza artística que trasciende décadas
Greenwood y Paul Thomas Anderson han colaborado desde There Will Be Blood (2007), y este nuevo trabajo reafirma su química creativa. One Battle After Another representa su sexto proyecto conjunto, cada uno habiendo explorado territorios distintos: desde lo épico en Phantom Thread hasta lo íntimo en Inherent Vice.
Este nuevo score (18 pistas) se estrena digitalmente, con la edición física prevista para el 14 de noviembre.Greenwood se encarga de múltiples instrumentos: piano, guitarra, percusión, ondes Martenot, participando activamente en la textura sonora del filme.
Anatomía del soundtrack: tensión, diseño y emoción
La música de Greenwood para este film no es un acompañamiento neutro: es fuerza narrativa. Según Nonesuch, su estilo enfatiza el “jazz desentonado, piano discordante y percusión impredecible”, que refleja los estados mentales de los personajes.
Críticos destacan que su partitura sirve como brújula emocional: detiene el ritmo para amplificar lo íntimo, y lo empuja con percusiones abruptas cuando estalla la acción.
Greenwood deja atrás las melodías evidentes; en su lugar, construye un pulso nervioso, casi palpitante, que respira con el relato.
Uno de los aspectos más notables es el uso del ondes Martenot —un instrumento electrónico antiguo— para generar atmósferas fantasmales, escalofríos y resonancias extrañas. Ese elemento conecta con su sensibilidad experimental, un sello que trasciende el cine o el rock.
Función dramática: la música como personaje
El film mismo se mueve entre lo político, lo absurdo y lo íntimo —una mezcla que Greenwood abraza sin timidez. En momentos clave, su música no solo acompaña, sino actúa: tiene protagonismo propio. En escenas donde la tensión deviene en grieta emocional, la música no retrocede: se vuelve espiral.
Por ejemplo, en secuencias cargadas de acción política, los ritmos cortados recuerdan que el orden narrativo puede quebrarse en cualquier momento. En escenas domésticas, el piano o el silencio se convierten en confesión. Este contraste es fundamental para el balance del score —una dualidad entre clímax y respiro.
Greenwood más allá del cine: un artista que no se conforma
Aunque muchos lo conocen por su rol en Radiohead, Greenwood ha construido una carrera paralela con personalidad propia en el mundo de las partituras cinematográficas. Ha compuesto para Spencer, The Power of the Dog, You Were Never Really Here, entre otros.
Ese horizonte le permite moverse entre lo popular y lo íntimo, sin concesiones: sus scores no buscan agradar, sino mover. One Battle After Another es un nuevo escalón en esa ambición.


Cierre con mirada global
Jonny Greenwood no compuso un mero acompañamiento musical: creó un ecosistema auditivo donde cada nota escalona la tensión dramática del relato. Su alianza con Anderson se reafirma, su lenguaje se enriquece y vuelve a reafirmar que las fronteras entre lo serio y lo experimental pueden diluirse sin perder cohesión emocional.
Este soundtrack es un recordatorio de que la música cinematográfica puede ser vibración política, latido simbólico y riesgo audaz. Para Greenwood, no hay límites: cada partitura es una apuesta por el sonido que incomoda, conmueve y despierta.