Hay artistas que ya no necesitan probar nada, y Simpson Ahuevo es uno de ellos.
Con más de 15 años de trayectoria, el rapero sonorense ha transitado escenarios, estilos y generaciones sin perder autenticidad ni potencia. Su nuevo álbum, Máster del Noro, lanzado el pasado 21 de noviembre, no busca demostrar, sino compartir. Y lo hace desde un lugar honesto, versátil y profundamente arraigado en el territorio que lo vio nacer: el norte de México.

A lo largo de 12 tracks, Simpson construye un paisaje musical que recorre las múltiples dimensiones del “Noro”: el desierto, la fiesta, la familia, la frontera, la lucha interna y la celebración de estar vivo. No se trata de una nostalgia hueca ni de una pose regionalista, sino de una reivindicación del origen como lugar de orgullo, complejidad y creatividad.

Máster del Noro es un disco que transita entre géneros: boom-bap de asfalto, reguetón con alma de playa, trap introspectivo, corridos lisérgicos y hasta piezas con atmósferas pop. Pero lo que une todo es la pluma: directa, íntima, cruda cuando debe, emocional cuando puede. En “Cenizas” y “Domingo”, se respira el duelo y la reflexión; en “Semana Diabla” y “El Sol”, se siente la energía de la costa y los fines de semana del norte; “Mi Sangre” y “MTV” son cartas abiertas a quienes lo han sostenido en el camino.

La aparición de Simpson en una pantalla de Times Square, como parte del estreno de “El Gabacho” junto a Go Golden Junk y Robot 95, no es un golpe de marketing. Es la consecuencia de una carrera que ha sido fiel a sí misma y que, paso a paso, ha conectado con públicos dentro y fuera de México. Esta colaboración, junto con su reciente tour con Molotov por Estados Unidos y su inclusión en el cartel de Tecate Pa’l Norte 2026, consolidan su paso hacia una escena más global, sin abandonar su raíz.

Durante nuestra entrevista con él, Simpson habló de su evolución artística, de la exploración sonora que ha marcado sus últimos lanzamientos y de su orgullo por representar al “Noro” desde la autenticidad. Máster del Noro no solo es un disco, es una forma de habitar el territorio desde el arte.

Simpson Ahuevo no busca validación. Comparte visión, sonido y vida. Y eso, en una industria saturada de filtros y fórmulas, se agradece.